Críticas a la terapia asistida por animales

perroterapiaA pesar de que la terapia asistida por animales se ha considerado una nueva forma de hacer frente a la depresión, ansiedad, trastornos por déficit de atención y autismo, han surgido críticas en cuanto a la eficacia del proceso. De acuerdo a la terapia asistida por animales de Lilienfeld y Arkowitz, esto se considera como un arreglo temporal, atendiendo a la falta de datos longitudinales o de investigación para ver si hay evidencias de mejora a largo plazo en pacientes sometidos a la terapia. También sugieren que la TAA es más un método afectivo que un tratamiento conductual e indican los peligros de algunos programas de terapia, en particular la terapia asistida con delfines, ya que no ha demostrado tener resultados significativos cuando se trata de la conducta del niño, sin mencionar lo perjudicial que puede ser para los propios delfines, que son colocados fuera su entorno natural, en cautiverio.


En el caso de los estudios de Heimlich, se analiza que si el uso de esta terapia en niños con discapacidad grave carece de evidencias que demuestren su eficacia fuera de un entorno de laboratorio, entonces no se puede plantear la hipótesis de que sea una forma eficaz de terapia.

Otra limitación de la terapia con animales se centra en su aplicación durante situaciones que involucran adultos que han sido agredidos sexualmente. Aunque las mascotas tienden a causar más comodidad a las víctimas, la terapia con animales no puede ser el catalizador que proporcione el éxito positivo en las sesiones de terapia. Estas personas tienden a no centrarse mucho en tener un animal de compañía, y por lo tanto, la terapia con animales no puede considerarse como la razón del éxito en las sesiones de terapia. Por otro lado, existen algunos problemas éticos que surgen a partir de la aplicación de la terapia con animales a las víctimas más jóvenes de abuso sexual. Por ejemplo, si un niño comienza a relacionarse con un animal que no es su mascota, podrían aparecer algunas preocupaciones. En primer lugar, algunos niños no se sienten cómodos con los animales o pueden tener miedo, por lo que habría problemas éticos con el uso de la terapia con animales. En segundo lugar, se puede crear un vínculo especial entre el animal y el niño durante la terapia. Por lo tanto, si el animal en cuestión no pertenece al niño, pueden surgir efectos secundarios negativos cuando el niño interrumpa la terapia, pues deberá romper ese vínculo, sometiéndose posiblemente a situaciones de decepción y recaídas una vez que la terapia haya terminado.